martes, 25 de mayo de 2010

el gamo


De tamaño intermedio entre el ciervo y el corzo, el gamo tiene el aspecto típico de un cérvido. Su pelaje, de gran belleza, es de un color pardo rojizo adornado con un característico moteado blanco, cuenta además con una lista clara en la parte inferior de cada costado. El escudo anal aparece muy marcado de color blanco contorneado en negro a los lados, siendo la cola ancha y larga, mientras que el vientre también de color blanco. Durante el invierno el moteado desaparece, con lo que cuenta con dos pelajes, uno en invierno y otro en verano. En invierno la coloración se torna más oscura y las manchas blancas desaparecen. Durante la época de celo, los machos sufren también otra serie de cambios menos acentuados en su morfología y coloración, y así sus párpados se hinchan y se produce un aclaramiento del pelaje de los flancos y un oscurecimiento de la cabeza y parte dorsal del cuello, así como de la zona circundante a cada ojo. A estos cambios de pigmentación se suma un efecto olfativo, ya que con la impregnación de su pelaje con orina, además de conseguir este aclaramiento del pelaje de sus flancos, añaden un olor intenso característico como estrategia para amedrentar a sus posibles competidores por las hembras. En el comportamiento social del gamo, el canal olfativo juega, pues, un importante papel dada su extraordinaria sensibilidad en la captación de olores y la presencia de glándulas odoríferas distribuidas por todo el cuerpo. El gamo dedica la mayor parte del tiempo a alimentarse, con importantes diferencias según la época del año; mientras que en primavera la alimentación puede llegar a ocupar un 80% de su tiempo, en invierno no suele alcanzar el 60%, aunque estas cifras pueden variar notablemente en función de la disponibilidad de alimento. La actividad diaria en estos animales depende, además de la época del año en que nos encontremos, de otros factores como la hora del día, el sexo del individuo, la edad del mismo, y el grado de molestia que sufra la población por parte del hombre. En las crías, por ejemplo, se observa que tiene gran importancia el tiempo empleado en el juego de la huída. Esta actividad constituye el aprendizaje de la adaptación típica de la especie para evitar los peligros, mediante la huída coordinada del grupo, generalmente guiado por un individuo. Otra pauta de juego que se observa en las crías, aunque también en los adultos, es la denominada "falsa lucha"

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