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El muflón es un animal que tiene grandes adeptos y detractores en España. Los detractores señalan su gran voracidad alimentaria, que incide negativamente sobre la vegetación local donde se ha introducido. Esto en alguna medida ha sido verdad, pero no es menos cierto que la Administración, presionada en muchos casos por grupos pseudoecologistas, puso durante muchos años infinidad de trabas para realizar su caza. A ello se añade su gran capacidad de reproducción. Estimado en casi un cuarenta por ciento el número de partos dobles, su población se disparó en algunas zonas, provocando lógicamente una excesiva presión sobre la flora. También parece demostrada su incompatibilidad con especies como el corzo, al cual desplaza, provocando su casi desaparición. Pero en las fincas en las que su repoblación y caza se ha realizado de una forma correcta, con un adecuado control de las poblaciones tanto en número como en calidad de los ejemplares, la vegetación arbustiva no se ha visto perjudicada en absoluto, consiguiéndose ejemplares de gran calidad, que en nada tienen que envidiar a los existentes en la mayor parte de los países europeos. Y lo que es más importante para el conjunto de los cazadores es que disponemos de una especie más, que poco a poco se va consolidando en nuestro panorama cinegético.Al muflón en España se le caza en dos modalidades perfectamente diferenciadas: la montería y el rececho. La caza en montería, por lo general, es bastante desilusionante, tanto para el cazador como para la misma propiedad, ya que aunque la finca cuente, con poblaciones elevadas y una calidad apreciable, es raro que en esta modalidad los resultados estén acordes con las perspectivas. Los muflones son animales tremendamente gregarios y a nada que sienten las primeras ladras se juntan en grandes pelotas que recorren la mancha de lado a lado, resultando francamente difícil poder seleccionar un ejemplar y hacer blanco sobre él. Esta gran complicación ha provocado que el muflón, incluso en áreas en las que es abundante, se convierta en una especie secundaria y marginal en nuestra tradicional montería, de manera que ha quedado como una opción para diversificar un poco la oferta dentro de la montería y completar el plantel de reses abatidas. Si lo que verdaderamente vamos buscando es un animal notable, la forma de conseguirlo es en rececho. En esta modalidad podremos tener tiempo de valorar adecuadamente el trofeo y saber a ciencia cierta la bondad del mismo, tomando entonces la decisión de disparar o esperar a encontrar en nuestra salida cinegética otro que realmente satisfaga nuestras expectativas.
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